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Es una alternativa de contacto que en general requiere de confianza y comodidad para ser llevada a cabo. A los hombres suele gustarles mucho el sexo oral, pero muchas veces se quejan de que sus compañeras no lo disfrutan. Una de las claves está en disfrutar lo que se hace y tener la intención de hacer disfrutar al otro. Mantener la higiene previa al encuentro es fundamental para garantizar el disfrute. Es importante ir llegando de a poco a los genitales, besando previamente todo el cuerpo, para que la tensión vaya en aumento. Explorar las distintas partes de los genitales para encontrar lugares y presiones más placenteros. Ir cambiando los estímulos (no hacer todo el tiempo los mismos movimientos ni caricias). Acariciar los testículos que suelen ser muy sensibles. Usar la lengua y los labios con suavidad. Cuidar de no lastimar con los dientes. Hay a quienes les gusta estimulación en el glande, con el prepucio cubierto. A otros les gustan las caricias linguales en todo el tronco. Percibir el placer por la expresión gestual, intercambiar roles. A veces te toca a ti, otras le toca a él. Jueguen a tener por un ratito el poder de dar placer al compañero y que el otro sólo se deje. Si te gusta recibirlo, orienta a tu compañero a través de tu expresión o de ligeros movimientos corporales para acomodar tu cuerpo. Puedes orientarlo también en conversaciones que no deben ocurrir durante el acto, sino en momentos especialmente reservados para hablar de sexualidad y de los gustos y deseos de cada uno. La mujer decide si quiere o no la culminación del acto en su boca. Debe ser una decisión mutuamente consentida.

Es un camino que nos permite disfrutar y estimular nuestra expansión erótica. Pero por cuestiones culturales, muchas veces no nos permitimos vivir esta experiencia en la cama. Comencemos con algo de teoría: el sexo oral se describe como aquella práctica que estimula los genitales de ambos sexos a través de la boca. Según el diccionario, “felación” (del latín fellatio, felatorio o coito “per os” -por la boca-) es una práctica de sexo oral que consiste en lamer el pene con la boca, los labios y la lengua; cunnilingus (del latín cunnus, “cuña”, “vulva”; y lingus, “lengua”) es una forma de sexo oral que consiste en lamer los órganos genitales femeninos (los labios de la vulva, la entrada de la vagina y, en particular, el clítoris) con la lengua y los labios. La historia sobre el sexo oral tiene múltiples matices según las diferentes épocas y sociedades. Pasó de ser una actividad sexual denostada y castigada a ser valorada e incluso considerada como una ofrenda a los dioses. En la mayoría de los casos, el sexo oral se destinaba exclusivamente a los hombres y era realizado por prostitutas especializadas en el mismo (felatrices), ubicado como algo ajeno a la actividad sexual del matrimonio, quienes debían centrarla en la procreación y el proyecto de familia. En la actualidad, el sexo oral -contrario a lo que su nombre indica- es algo de lo que comúnmente no se habla. Como es usual, nos encontramos con los mismos factores culturales que hacen que la mayoría de los hábitos y derechos sexuales sean, aún hoy, mucho más habilitados para el varón que para la mujer. Ellos reciben -y padecen- la venia social para desarrollar su sexualidad. Esta histórica diferencia entre los géneros se instala de modo tal en nuestro cuerpo psíquico y físico que genera el desarrollo de conductas y hábitos en el intercambio sexual ciertamente difíciles de descristalizar. Es sabida (y muchas veces sufrida por las mujeres) la facilidad con que los varones ofrecen su genitalidad para recibir sexo oral. Lo proponen, lo estimulan, lo exigen y lo disfrutan sin tapujos. Lo charlan con los amigos, lo evalúan e, incluso, diferencian a las mujeres en tanto capacidad y mecánica para hacerlo. No todas las mujeres disfrutan con esta práctica y, sin embargo, muy pocas lo reconocen frente al varón. Pero aún aquellas que sienten placer y bienestar al hacerlo deben soportar la costumbre (tan común en ellos) de dirigir, de manera sutil o contundente, nuestra cabeza hacia su miembro a escasos minutos de haber comenzado nuestro encuentro sexual. ¿Cuántas veces? En cambio nosotras no nos otorgamos el mismo permiso. Sentimos pudor, nos parece que obligamos al varón a “ocuparse de nosotras”, privilegiamos el lugar del pene y, en muchas, ocasiones nos disponemos para recibirlo sin estar lo suficientemente excitadas postergando nuestros deseos y necesidades. Es tan fuerte la presencia del mito que no alcanza con estar más informadas, no es suficiente con el registro de los datos de nuestro cuerpo cuando nos pide ser estimuladas de manera directa en nuestro clítoris (justamente lo que ofrece el sexo oral) aún sabiendo (cuando lo sabemos) que es el órgano efector de nuestros orgasmos. Un ejemplo más de la tendencia falocéntrica en la sexualidad. De hecho, postergar y descentrar el protagonismo del pene nos hace vernos y ser vistas como quienes, seguramente, tienen algún déficit o dificultad. Por lo tanto, dos consejos: adelante con el sexo oral, es un camino propicio para nuestra expansión erótica; y aprendamos a controlar la “bajadita de cabeza” e incorporémosla según nuestros ritmos y tiempos. Fuente

Científicos de EE.UU. aseguran que hay una relación entre el desarrollo de la enfermedad y el HPV. En ese país hay más casos por ese virus que por el tabaco. No al sexo oral. Al menos, esa podría ser la consigna si se confirman las afirmaciones de un grupo de científicos de EE.UU. Estos investigadores aseguran que existe una fuerte evidencia que relaciona el sexo oral con el cáncer y pidieron realizar más estudios sobre el virus del papiloma humano (HPV, sus siglas en inglés) al registrarse un crecimiento del cáncer de boca en hombres blancos. En Estados Unidos, el cáncer de boca provocado por el HPV es ahora más frecuente que el producido por el consumo de tabaco, que sigue siendo la principal causa de esta enfermedad en el resto del mundo. Los investigadores detectaron un aumento del 225% en el cáncer de boca en Estados Unidos desde 1974 a 2007, principalmente en hombre blancos, explicó Maura Gillison de la Universidad estatal de Ohio. "Cuando comparas a personas que tienen afecciones en la boca con otras que no, la única diferencia importante que se presenta es la cantidad de gente a la que han practicado sexo oral", asegura Gillison, que lleva 15 años investigando el HPV, también conocido por desencadenar el cáncer de útero en las mujeres. "Cuando el número de compañeros aumenta, el riesgo aumenta", explicó a la prensa durante el Congreso de la Asociación Estadounidense para la Ciencia Avanzada en Washington. Estudios anteriores habían indicado que las personas que han practicado sexo oral en seis o más hombres o mujeres durante toda su vida tienen ocho veces más posibilidades de contagiarse del HPV, según Gillison. Pero, pese a que la conexión entre el HPV y el cáncer del cuello del útero es conocida desde hace años y ya se han desarrollado vacunas, todavía falta llevar a cabo muchos estudios para confirmar los nexos y establecer causas, reivindicó la investigadora. "Estamos a 20 años de llegar al terreno del cáncer cervical", afirmó. "No podemos demostrar de forma definitiva que ciertos comportamientos están asociados con riesgos de adquirir la infección", señaló. Por eso es que han pedido que se hagan más pruebas y estudios porque existe una realidad que no puede obviarse: "El incremento del cáncer de boca en Estados Unidos predomina en hombres jóvenes blancos y no tenemos la explicación". La investigadora Diane Harper, de la Universidad de Missouri, afirmó que este tipo de estudios necesitarán un tiempo, pero que el campo del cáncer de boca progresará más rápidamente con el uso de la tecnología ya desarrollada que permite detectar el HPV en pacientes con cáncer cervical. "Una de las tecnologías científicas que han evolucionado con los años es la forma de detectar el HPV", agregó. Según el Instituto Nacional del Cáncer, existen más de 150 tipos de papilomavirus humanos y unos 40 pueden ser transmitidos sexualmente. Algunos pueden causar verrugas genitales, mientras que otros pueden llegar a causar cáncer de boca, anal, vaginal y hasta en el pene. Uno de los problemas de las infecciones de transmisión sexual del HPV es que frecuentemente son asintomáticas, y al no tratarse son la causa principal del cáncer de útero en las mujeres. La mitad de todos los estadounidenses sexualmente activos contraerán el HPV en algún momento de sus vidas, sostienen desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (Fuente: AFP)